jueves, 24 de enero de 2013

¿Es posible otra Santa Fe?

Por Roberto O. Marra*

¿Puede ser que un Gobierno pretenda llamarse a sí mismo como tal, y no es capaz de controlar la seguridad de… ¡un partido de fútbol!? ¿Se puede creer que, ante la manifiesta inoperancia del “operativo” policial para resguardar la realización del clásico rosarino, lo único que sale a decir el pretendido candidato a ¡Presidente de la Nación!, el Dr. Binner, es que le están sacando fotos en su patio trasero? ¿No se parece más bien a una forma de distraer de la verdad a los rosarinos que últimamente no saben de dónde pueden venir las balas, estén donde estén? ¿Nos estarán gastando una broma pesada y no nos damos cuenta?

¿Es posible que el Gobernador de la Provincia donde se han venido registrando los más horrendos crímenes de jóvenes, casi adolescentes, casi niños más bien, donde muere el doble de personas cada 100.000 habitantes que en el resto del País, puede ser que… ¡se haya ido de vacaciones!? ¿¡Y la Intendenta también!?
¿Puede considerarse lógico que policías sospechados de ser partícipes o al menos incapaces de enfrentar al crimen organizado, sigan al frente de las fuerzas sin que los miembros del Gobierno no hagan otra cosa que repetir que “la policía actúa con alta profesionalidad”? ¿Es posible que los miembros de la Justicia santafesina, los jueces, los fiscales, estén tan “desorientados” que no pueden atisbar, aunque más no sea, alguna relación entre los criminales y miembros de la fuerza de “seguridad”?
¿Es posible que tengamos que acostumbrarnos a que un personaje patético devenido de actor a “polítiquero” nos tenga que venir a decir lo que pasa en la Provincia, con sus acostumbrados llamados a “la paz”, “la no agresión”, a pedir por “más educación” (justo él)? ¿Es que tendremos que resignarnos a ser conducidos por este tipo de peligrosos infiltrados en la política?
¿Es posible que el actual Gobierno no sea capaz, siquiera por resguardar sus miserables intereses, de cuidar su propia continuidad con alguna medida coherente con la realidad? ¿Podemos pensar que conocen la realidad? ¿Sabrán lo que significa vivir con miedo en las barriadas populares, donde la vida no vale un centavo, donde se esclaviza a chicos para la venta de drogas, donde las mafias se pasean orondas con la evidente protección y connivencia policial? ¿Serán capaces de algo que no sea presentar maquetas de supuestos futuros grandes emprendimientos que nunca se realizan del todo (o nada)? ¿Seguirán fomentando la construcción de edificios de lujos asiáticos a sabiendas que es el mejor sistema de lavado de dinero mal habido? ¿Entenderán lo que significa como método de reproducción de la violencia el estado de miseria y su correlato de hacinamiento que se registra en las decenas de villas miseria que albergan a ¡la quinta parte de la población! de la entronizada “Ciudad turística”? ¿Les importará algo de los habitantes de esas villas, además de la obtención de sus votos mediante promesas y actividades distractivas preelectorales?
Además del Gobierno Nacional, ¿tienen pensado mencionar algún otro responsable en su agenda mediática permanente, basada en la visita a los medios de profundo rencor antipopular? ¿Alguna vez asumirán actitudes de hombres y mujeres de verdad, haciéndose cargo de lo que les toca? ¿Podemos pensar que son hombres y mujeres o sólo títeres de un poder real al que no cuestionan jamás, al que rinden pleitesía permanente, al que cuidan con fervor?
Los sectores políticos populares que no son Gobierno: ¿Sabrán asumir las responsabilidades que les compete para no solo decir lo malo que sucede sino establecer con claridad un programa alternativo que convenza a los ciudadanos de que otra Provincia es posible, de que otras políticas se pueden y se deben aplicar, de que la unidad es la base primordial para hacer no sólo posible sino probable el cambio que dignifique a los santafesinos? ¿Estarán convencidos los dirigentes de esas fuerzas de la necesidad imprescindible de la unidad real de los sectores populares para dar vuelta esta sucia realidad? ¿Estarán dispuestos a dejar de lado las mezquindades y miserias que hasta ahora no han sabido o no han querido abandonar? ¿Serán capaces de llamar a los más capaces y dejar de abonar el crecimiento de algunos inútiles que no saben otra cosa que cuidar sus propios y miserables intereses? ¿Habrán aprendido algo de tantos luchadores que dejaron sus vidas por defender los intereses del Pueblo sin pedir jamás nada a cambio?
¿Valdrá la pena tantas preguntas? ¿Serán atendidas (y entendidas) por los involucrados? ¿No deberemos ser en definitiva todos nosotros, los que ya lo entendimos, los que sufrimos desde abajo los resultados de tanto abandono y tanta desaprensión, los que tenemos las ganas y la capacidad de hacer el cambio, los que tomemos en nuestras manos las decisiones?

*Arquitecto.
  Miembro de la Asociación Desarrollo & Equidad

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